Andar liviano


Me cuesta mucho mirarme desde afuera, desde arriba, desde otro punto, como si fuera otro/a y analizarme un poco, cuestionarme, replantearme todo tipo de comportamientos. Pero busco el momento y el lugar para hacerlo, tomarme el tiempo para meditar. Todo sucede como si mi cabeza estuviera dando vueltas, quisiera que pare, calmarme, fluir, dejar que todo pase sin más. Pero no, se empecina en seguir girando, dándome tantos dolores de cabeza y pensando aún más.
Cuando por fin lo logro, por lo general es en la naturaleza, hay una paz que me llena, y a la vez me deja vacía para volver a comenzar. Me oxigena y puedo volver a mirarme ya con otros ojos, fresca, limpia, llena de vida nuevamente. Siento que puedo volver a vibrar y sentir más liviana.
Qué alegría saber que todo pasa, que podemos volver a llenarnos de amor para seguir avanzando y lo más lindo, saber que puedo verme y corregir errores sin ser egoísta con mi propia alma.
Ojalá algún día podamos andar livianos por siempre, llevando lo justo para vivir plenamente.

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